Me sorprende positivamente ver el nacimiento de una criptomoneda que tiene un soporte real en un activo real. Quedan muchas incógnitas que responder sobre la fiabilidad de la empresa que la pone en marcha pero dada la escasa credibilidad de los bancos centrales en cuanto al soporte real de sus monedas, pues me parece que no compite en una liga de excelencia.
Vengo diciendo en este blog y en nuestro libro «Tu dinero hoy y mañana» que es extraordinariamente importante saber diferenciar entre invertir y especular. Invertir es adquirir activos que producen riqueza. Especular es comprar activos por la expectativa solamente de su apreciación.
En mi opinión, hasta ahora las criptomonedas son un excepcional mecanismo para la transferencia de activos pero no se deben considerar una inversión. Desgraciadamente ya se está creando una burbuja con el bitcoin amparada en la novedad de la tecnología blockchain.
La tecnología blockchain está sin dudarlo destinada a originar cambios verdaderamente disyuntivos en muchas de las cosas que hoy hacemos y representa una tendencia imparable por ello. Pero no hay que dejarse obnubilar por esto y transferir esas expectativas al bitcoin y a otras criptomonedas que no tienen sustento en ninguna actividad económica real ni en ningún activo capaz de producir riqueza y que por tanto tenga una demanda natural que sostenga su precio.
Como ocurre periodicamente con los sellos, el arte, las casas, el oro…etc, una demanda exacerbada sobre un bien que no produce nos lleva a la creación de una burbuja piramidal en la que solo ganaran los que se salgan a tiempo.
Por eso es de agradecer que se lance una criptomoneda basada en el petróleo. No porque sea la solución definitiva pero desde luego es un paso en la buena dirección.